martes, 22 de diciembre de 2015

Los expertos recomiendan al menos 15 minutos al día de escritura a mano

¿Es importante escribir a mano en la era de las tabletas y los móviles? En la era digital, no sólo se debe trabajar con pantallas táctiles, los especialistas recomiendan, al menos, unos 15 minutos al día dedicados a escribir como toda la vida, con libreta y bolígrafo en mano. El contacto, la dirección y la presión que se ejerce sobre la herramienta de escritura envía un mensaje al cerebro que beneficia el aprendizaje y el desarrollo del menor.

Podemos resumir en 10 puntos los motivos por los que escribir a mano es importante:

1. Beneficia el aprendizaje y el desarrollo del menor
2. Estimula hasta 14 habilidades diferentes como la organización, la memoria, la concentración o la atención
3. Tomar notas a mano en lugar de con un ordenador o una tableta permite retener información conceptual en el tiempo
4. Aumenta la autoestima, la creatividad y el espíritu crítico
5. Hace mejores lectores
6. Facilita la coordinación de los movimientos
7. Ayuda al desarrollo de la psicomotricidad fina
8. Adquirir unas buenas habilidades de escritura es el inicio de una vida adulta de éxito
9. Estimula los circuitos cerebrales
10. Ayuda en el desarrollo de la criatura como hacen otras actividades como jugar o colorear

Información recogida de http://www.grao.com/

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Estrella Cervantes: una estrella de cuyo nombre podrás acordarte

Fuente de la información http://estrellacervantes.es/


Los casi dos mil planetas descubiertos alrededor de otras estrellas carecen de nombres propios. La convención para nombrar esos exoplanetas es simple: basta con añadir la letra ‘b’ en minúscula al nombre de su estrella (la ‘a’ está reservada para la propia estrella). El problema es que normalmente los nombres de las estrellas no son fáciles de recordar (¿quién es capaz de memorizar nombres como OGLE-2011-BLG-0265L, 2M 0219-3925 o HD 216536?).


Aunque algunos exoplanetas han sido bautizados con nombres propios -como es el caso de Osiris-, siempre fue de manera informal y en ningún caso reconocida por la Unión Astronómica Internacional (UAI). Pero en 2015, la UAI abrió un proceso para elegir nombre democráticamente, por votación gratuita, a veinte sistemas estelares.

A raíz de esta decisión de la UAI, en España, el Planetario de Pamplona, la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y el Instituto Cervantes crearon un proyecto para promocionar que el sistema de Mu Arae se bautizara en honor de Cervantes y sus personajes. Mu Arae o HD 160691 es una estrella de tipo solar visible a simple vista en la constelación del Altar, situada a una distancia de cincuenta años luz aproximadamente y alrededor de la cual giran cuatro planetas. El proyecto "Estrella Cervantes" propuso que Mu Arae pasara a llamarse Cervantes y que los planetas b, c, d y e sean conocidos como Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho, respectivamente. Se pudo votar a favor de esta propuesta desde el 12 de agosto hasta el 31 de octubre de 2015 y competía con otros seis nombres avalados por distintos países  (Portugal, Italia, Colombia y Japón).


El 14 de diciembre se hicieron públicos los resultados de las votaciones. Un total de 573.242 votos han contribuido a dar nombre a 31 exoplanetas y a 14 estrellas anfitrionas más allá de nuestro Sistema Solar. Y para la estrella Mu Arae ganó la propuesta española. Desde este día, se puede ver a Cervantes en el cielo.


jueves, 3 de diciembre de 2015

Pérez-Reverte: educación y Literatura

El valor educativo de la literatura

Extractos del discurso que el escritor Arturo Pérez Reverte ha pronunciado en el Congreso de Educación de Santillana



“Van a permitirme que no les coloque a ustedes un ladrillo de literatura y teoría educativa, sino que les hable de lo que realmente conozco. De la experiencia de vida y libros que sostiene lo que escribo, lo que digo, lo que pienso. Y de cómo unas cosas me llevaron a otras, del mismo modo que a cualquier muchacho con un libro cerca éste le abre puertas que, de otro modo, permanecerían cerradas mucho tiempo, o tal vez para siempre. De la literatura como mecanismo, como arma, de educación y de vida”.

“Durante veintiún años, como reportero, trabajé en países en guerra. Y desde hace ahora treinta años escribo novelas. Sin los libros que me acompañaron desde el principio, explorando delante de mí el camino, tal vez me habría perdido mil veces en esa vasta geografía de las guerras y las catástrofes que empecé a recorrer muy joven. Los libros me ayudaron a empezar el juego con ventaja. En el principio, por tanto, fueron los libros. La biblioteca. Yo tuve la suerte de empezar a leer muy pronto. Vengo de una de esas familias con bibliotecas grandes, y eso facilitó las cosas”.

“Esa memoria literaria es mi verdadera patria como lector. Y como escritor. La matriz de la que parte todo. Hace algún tiempo, un buen amigo mío me propuso, a modo de juego, que elaborase la lista de los 100 libros que, de una u otra forma, más habían influido en mi vida, como lector, como escritor, y como individuo. Me puse a ello por curiosidad y, para mi sorpresa, descubrí que de esos cien libros la mayor parte los había leído ante de los veinte años. Y, siguiendo con la sorpresa, a la hora de reflexionar sobre ello y establecer relaciones, caí en la cuenta de que, en realidad, el resto de mi vida, lo que he hecho ha sido buscar en los viajes, en los amigos, en todo lo demás, la huella que esos libros me dejaron. Y a reescribirlos, como novelista, una y otra vez, bajo luces diferentes”. [...]

“Que alguien que se inició como lector apasionado y se hizo reportero a causa de la literatura regrese allí de donde vino, no sólo no es una paradoja, sino que es lógico. Incluso como aventura. Recuerden que, según los cánones del género, por aventura entendemos un viaje lleno de peligros o descubrimientos, a cuyo término el protagonista encuentra la felicidad o la decepción pero que, en cualquier caso, ha progresado en el conocimiento de sí mismo y del mundo en el que ha vivido. Y todo eso lo sé, lo sabemos, lo saben ustedes, gracias a la literatura. A los libros que en primer lugar nos muestran el camino por donde irnos y en segundo lugar, al regreso, nos permite ordenar lo que de tan largo viaje traemos en la mochila”. 

“La lectura como factor educativo. Como trampolín de vida e inteligencia. De vida y futuro para un joven lector. El ser humano suele llamar nuevo a lo que, en realidad, ha olvidado. Sin embargo, todo está ahí. En esos tres mil años de memoria cultural: las repuestas a los desafíos, las grandes soluciones, los grandes desastres, el ser humano en su miseria y su gloria. Los libros, la lectura, no sólo dan el conocimiento de una lengua y su uso correcto, o transmiten conocimientos. Son también puertas al pasado, viajes del tiempo que permiten a un joven pelear junto a los tlaxcaltecas, construir las pirámides, navegar por el mar tenebroso, vivir la Italia del Renacimiento, las independencias americanas, gritar su miedo y su valor en campos de batalla o vivir la intensa emoción de la soledad y el descubrimiento en un laboratorio, en un gabinete científico. Pasear junto a filósofos griegos, luchar en las Cruzadas o ser amigo de George Washington o de Beethoven”. 

“La literatura da herramientas prácticas de vida, se adelanta a lo que esos jóvenes tendrán que vivir en el futuro. Les proporciona analgésicos para soportar el dolor, armas para combatir, mecanismos para comprender. Pone a su disposición esos tres mil años de cultura, de ciencia, de experiencia y de memoria”. 

“Mi última novela se titula “Hombres buenos”, y se refiere a quienes, en el siglo XVIII, creyeron que era posible cambiar el mundo con libros. Hacer a sus conciudadanos, con libros y lectura, más cultos y en consecuencia más libres. En este último año, en las entrevistas de prensa, muchas veces me han preguntado quiénes son hoy los hombres buenos. A quiénes podemos llamar así. Y en todos los casos he respondido lo mismos: los hombres buenos, hoy, son los profesores. Los maestros. Esos hombres y mujeres con frecuencia mal pagados, maltratados a menudo tanto por el sistema como por la incomprensión de los propios padres de sus alumnos, que sin embargo siguen fieles a su vocación y a su oficio, intentan salvar a la mayor parte de los chicos que se les encomiendan. Esos maestros capaces de dejar huella, de abrir caminos, de merecer que, pasado el tiempo, algunos de esos alumnos los recuerden con afecto y respeto. Héroes anónimos que saben que de los veinte o treinta chicos que tiene en clase no se salvarán más que algunos, pero que esos pocos ya habrán justificado sus esfuerzos. Su trabajo. Y para esos hombres y mujeres buenos, para esos maestros, la mejor herramienta, el mejor argumento, es un libro. Un libro que sepa, gracias a ellos, captar la atención del niño, fascinar al joven, forjar al adulto”. 

“Estoy convencido, quizá porque tengo biblioteca y he leído lo suficiente para proyectarlo en la vida, de que viene un mundo duro. Complejo y difícil. Un territorio hostil donde de nuevo, como en otros momentos de la Historia, el ser humano va a necesitar enormes recursos intelectuales para mantener la serenidad y la lucidez. Y también estoy convencido de que para afrontar los desafíos de ese mundo que ya nos llama a la puerta no basta el buenismo estúpido que los adultos hemos organizado, llevamos mucho tiempo organizando, como mecanismo de diversión y de educación de nuestros hijos. Todo eso se irá al diablo al primer embate de realidad. Una realidad que siempre ha estado ahí, en las fronteras del horror, y que desde hace más de medio siglo el ser humano occidental se ha empeñado en olvidar y en negar”. 

“En ese mundo que viene, que está ahí, que siempre estuvo pero que ahora en los confortables hogares occidentales se percibe más, quienes hoy son niños necesitarán armas defensivas, recursos intelectuales y consuelo analgésico. Con maestros, hombres buenos, que los guíen por un territorio de libros, de literatura que los conduzca al territorio de la vida. Con libros como, por ejemplo, el Quijote. Ese libro complejo, difícil de leer cuando se es joven y se está a solas, pero que en manos de un buen guía, de un hombre bueno que sepa utilizarlo, ofrece una panoplia extraordinaria de material con el que se puede trabajar en el aula, pues todo está ahí: literatura, aventura, dignidad, fracaso, ética, heroísmo, cobardía, amor, infamia, bondad, lucidez…. Con sólo un Quijote como libro de texto, un buen maestro podría trabajar todo un curso con sus alumnos de una forma eficacísima y fascinante, extrayendo de sus páginas un temario tan completo como la vida misma. Un libro, recordémoslo, que habría sido imposible sin un autor, Cervantes, asendereado de lecturas y de vida. Con la mirada lúcida, triste y bondadosa del hombre noble que ha leído, ha viajado, y a la luz de todo eso escribe su obra inmortal”. 

“El Quijote es la bandera de nuestra patria: esa patria de 500 millones de hispanohablantes. La única que nadie discute. La de la lengua española que nos hace hermanos en Puerto rico y en España, conscientes que si cada cual tiene la lengua que merece, nosotros tenemos la lengua magnífica que merecemos tener. La lengua más hermosa del mundo. Y a mí, que no soy muy de banderas y fanfarrias patrioteras, pues a menudo he visto cuánto canalla se esconde entre sus pliegues y sus notas musicales, debo confesar que me enorgullece decir esto aquí, en español de la vieja Castilla mestizado, enriquecido por siglos de historia, de sangres diversas, de lenguas, pueblos y lugares”.[...]

“Por todo eso necesitamos hombres buenos, hombres y mujeres con el patriotismo cultural al que acabo de referirme. Un patriotismo que nada tiene que ver con fronteras o razas. Un patriotismo noble que busca hacer mejores a nuestros hijos y nietos, en el que la literatura, la lectura, siguen siendo herramientas educativas eficaces e imprescindibles. La lectura, los libros, que permitirán a nuestros hijos y nuestros nietos, en tiempos revueltos de mudanza, a ambos lados del Atlántico, seguir pensando como griegos, pelear como troyanos y, cuando llegue el momento, morir como romanos”.



HTTP://CULTURA.ELPAIS.COM/CULTURA/2015/10/29/ACTUALIDAD/1446138198_858225.HTML



lunes, 9 de noviembre de 2015

La casa que inspiró a Lorca "Bernarda Alba"

Regreso a la casa de Bernarda Alba
El Ayuntamiento de Valderrubio compra y restaura la propiedad que inspiró el drama
CULTURAL EL PAÍS. 28 OCTUBRE 2015.
    
Sobre las paredes de cal blanca, los azulejos originales y la techumbre con restos de azul quizás queden restos de la prisión interior teñida en luto de sus hijas. También de las condenas que Bernarda, trasunto en ficción de la real Frasquita Alba, lanzaba ante las ansias de venganza de gran parte del pueblo de Asquerosa, hoy Valderrubio (Granada), cuando una aterrorizada madre soltera era sometida a linchamiento por haber parido y matado a un hijo: "Que pague la que pisotea su decencia. ¡Matadla! ¡Matadla!".
Dentro de un tiempo, si el Ayuntamiento de Valderrubio consigue suficientes fondos —un total de 500.000 euros— para su proyecto, quizás podamos al atravesar la puerta, rememorar o imaginar el ambiente de opresión que llevó Federico García Lorca a escribir La casa de Bernarda Alba con base rotundamente real. Restos de una frígida moral que se ahogaba y se pudría en suspiros de libertad abortados o se transfiguraba en rencor de mieles caducas.
Fue el drama que más caro le costó. La inspiración no le vino del cielo, sino de la tierra y del pozo medianero que compartían en el pueblo, pared con pared, sus tías y la familia de Frasquita Alba. Así se lo confesó el poeta al entonces embajador chileno, Enrique Morla Lynch, que tuvo el privilegio de escuchársela entera, de viva voz, cuando Federico se paseaba con el manuscrito por todo Madrid en 1936: "Hay, no muy distante de Granada, una aldehuela en la que mis padres eran dueños de una propiedad pequeña. En la casa vecina y colindante a la nuestra vivía una viuda de muchos años que ejercía una inexorable y tiránica vigilancia sobre sus hijas solteras. Prisioneras privadas de todo albedrío, jamás hablé con ellas, pero las veía pasar como sombras, siempre silenciosas y siempre vestidas de negro. Ahora bien, había en el confín del patio un pozo medianero, sin agua, y a él descendía para espiar a esa familia extraña cuyas actitudes enigmáticas me intrigaban. Y pude observarla. Era un infierno mudo y frió en ese sol africano, sepultura de gente viva bajo una férula inflexible de cancerbero oscuro. Y así nació La casa de Bernarda Alba, en que las secuestradas son andaluzas, pero como tú dices, tienen quizás un colorido de tierras ocres mas de acuerdo con las mujeres de Castilla".
Los Alba, los Roldán y los García eran las familias pudientes de la Vega granadina. Que un descendiente de aquel triunvirato terrateniente pusiera en solfa las vergüenzas de los demás no sentó bien. Les unían conflictos de negocios y lindes, pero también parentescos. De Federico, además, les separaban unas fuertes convicciones tradicionalistas frente al lejano cosmopolitismo y los rumores de homosexualidad que acompañaban al poeta. Así que para las familias contrincantes, el conocimiento de que había escrito un drama tan directamente inspirado en sus vidas, les hizo levantar el hacha de guerra. Hasta el punto de alentar su asesinato.
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'La casa de Bernarda Alba', de Calixto Bieito (1998).
Hoy, aquellas rencillas sangrientas se han ido curando en Valderrubio. Paqui Blanco, la alcaldesa (PSOE), se ha empeñado en cerrar una herida aún supurante. "La casa de Bernarda Alba se estrenó en este pueblo en 1996. Era un tabú", asegura. Tras ocho años de conversaciones con la familia descendiente de los Alba, les ha convencido finalmente para que vendan la propiedad y convertirla en un centro cultural. El Consorcio de la Vega y de Sierra Elvira, que une a 28 ayuntamientos, se ha hecho con ella y planea un proyecto cultural que, liderado por la actual alcaldesa, "debe servir como ejemplo de reconciliación".
Hasta la fecha han gastado 170.000 euros en la adquisición y 49.000 en la reforma del medio millón que podría llegar a costar la iniciativa. Las obras se encuentran en pleno apogeo, pero una rápida visita dentro de sus muros todavía cerrados muestra los restos de la materia real en la que se inspiró Federico: el pozo medianero, el patio interior, tres habitaciones contiguas, las puertas, los suelos originales, los atrojes donde se almacenaba el grano…
Valderrubio es hoy un pueblo llano, con calles largas, trazado en líneas anchas, donde el rumor de un niño alegre como era Lorca, se estampa todavía en sus aceras y acequias con una memoria de habitantes que, de tan reales habitan transmutados en leyenda y con toda su fuerza en los territorios de la ficción.

Pepe el Romano existió

Los lugareños recuerdan los visos auténticos de Frasquita Alba, certifican que Pepe el Romano, ese pretendiente que no aparece pero desata la tragedia, existió. El deseo… Que aquella mujer, en realidad, se quedó viuda, pero que rompiendo varios esquemas, se volvió a casar. Que no era tan mala como la pintan, pero sí rígida y austera. Y que una de sus hijas, Angustias, efectivamente, se casó con Pepe el Romano. Que también murió, pero no matándose, como Adelita, sino a causa de un mal parto.
El humo de la realidad es la materia que los creadores ingieren del aire para convertirla en ficción. Muchas veces, pocos comprenden ese juego y lo hacen pagar. Algo así le ocurrió a Lorca con sus vecinos.

La obra que García Lorca nunca vio

La casa de Bernarda Alba fue el último drama escrito por Federico García Lorca. Nunca lo vio representado. Pero él jamás se cansó de darle vida. El músico Alfredo Salazar también fue testigo de sus lecturas: "Federico leía su obra a todos sus amigos dos o tres veces cada día. Cada uno de los que llegaban y le rogaban que le leyese el nuevo drama lo escuchaba de sus labios en acentos que no hubiese superado el mejor trágico".
Estaba concebida para Margarita Xirgu. Fue ella, con su compañía quien la estrenó en Buenos Aires en 1945. A España, pese a sus tremendas embestidas contra toda una idiosincrasia amedrentada por el encierro, llegó más bien pronto. Fue estrenada con un éxito inmediato en Madrid en 1950, con Amparo Reyes como protagonista, seguida en 1964 de otra versión dirigida por Juan Antonio Bardem, en la que Cándida Losada encarnaba a Bernarda.
Hoy es un clásico indiscutible y todavía impactante, todo un fresco de lo que en algún momento demasiado largo ha sido el país en que nació, con claros restos que martillean la memoria colectiva. Su obsesión por reflejar la tragedia y el lenguaje rural con un tratamiento poético, la convierte en insólita.

Ese fue el aliento que le llevó a marcar época. Algo que desesperadamente, el propio Lorca explicaba así el mismo año, 1936, que la había terminado: "Tengo un concepto del teatro en cierta forma personal y resistente. El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y, al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre. Han de ser tan humanos, tan horrorosamente trágicos y ligados a la vida y al día con una fuerza tal, que muestren sus traiciones, que se precien sus olores y que salga a los labios toda la valentía de sus palabras llenas de amor o de ascos".

Generación del 98: nueva obra de Pío Baroja


'Los caprichos de la suerte', la novela inédita de Pío Baroja ve la luz

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Manuscrito de 'Los caprichos de la suerte', la novela inédita de Pío Baroja. 
JESUS G. FERIA
'Los caprichos de la suerte', escrita por Pío Baroja en 1950, seguía inédita hasta ahora. Última novela de la trilogía 'Las Saturnales', esta pieza ve por fin la luz con el sello de la editorial Espasa


"Hay que reconocer que los grandes acontecimientos no producen buena literatura, más bien sirven para engendrar libros mediocres. En las épocas de lucha y de violencia, la energía se enfoca íntegra en la acción y no queda remanente alguno para otras actividades".
Así lo señala Pío Baroja en el breve prólogo de Los caprichos de la suerte antes de empezar a contarnos las peripecias de Luis Goyena y Elorrio, un periodista vasco que huye a Valencia, en tiempos de la Guerra Civil, para embarcarse hacia Francia y vivir en el París del exilio, pero también el París de las tertulias y del desencantoa las puertas de una nueva guerra en Europa.
Los caprichos de la suerte es una novela inédita (la única que quedaba) de Pío Baroja, y con ella se cierra su trilogía Las Saturnales, sobre los tiempos de la Guerra Civil y sus consecuencias. Las tres novelas se escribieron en la misma época, pero tuvieron distintas aventuras editoriales.
El primer título, El cantor vagabundo, se publicó en 1950; el segundo volumen, Miserias de la guerra, no pasó la autorización de la censura y permaneció inédito hasta el 2006, año en el que el escritor navarro Miguel Sánchez-Ostiz publicó una transcripción del texto. Ahí ya se señalaba la existencia de una tercera parte, que ahora Espasa, la editorial en la que publicaba Baroja, recupera y lanza en una cuidada edición de Ernesto Viamonte-Lucientes y con introducción de José-Carlos Mainer. Este catedrático aragonés es uno de los grandes especialistas en Baroja y el responsable de la edición de sus Obras Completas que, en 16 volúmenes, publicó Círculo de Lectores a finales de los años noventa.
Fue el propio Mainer el que se encargó de sacar adelante esta novela inédita. Pío Caro-Baroja, sobrino nieto del escritor y representante de sus herederos, lo recuerda: "Hace unos tres años vino José-Carlos a consultar unos datos a la biblioteca familiar y ahí se encontró con este texto, una novela que estaba acabada, pero que tenía un gran trabajo de reconstrucción. Es la tercera versión de la original, un texto que dio a mecanografiar, pero luego añadió amplios párrafos y anotaciones al margen, escritos con esa letra apretada y ya borrosa de mi tío. Se ha tenido que hacer una labor casi paleográfica".
Los caprichos de la suerte es la última obra inédita de Pío Baroja. "Quedan cosas sueltas y fragmentarias: semblanzas, memorias, miscelánea que iremos agrupando y publicando poco a poco, pero ninguna obra importante", comenta el sobrino nieto, que es el responsable de Caro Raggio, la editorial familiar que, desde que se fundó en 1972, ha ido publicando, con un criterio casi artesanal, las obras del escritor de la Generación del 98 y de su familia: Julio Caro Baroja, Pío Caro Baroja (padre), Ricardo Baroja y Carmen Caro.
"Al escritor, la guerra le preocupaba mucho. Muy pronto editó en Chile un volumen de ensayos y artículos titulado Ayer y hoy, en el que dejaba bien claro cuál era su actitud ante la contienda, ganara quien ganara. Los personajes de sus novelas no cuestionan la República, aunque reprueban el caos y el desorden que produjo, y ven el estallido del conflicto como una cosa de locos. Baroja siempre mantuvo la idea de que la guerra la había perdido la clase media, que era la suya", dice José-Carlos Mainer, quien habla de otras obras del escritor que ya tocaron parcialmente el tema: Todo acaba bien... a veces, de 1937; Susana, de 1939, y Laura o la soledad sin remedio, que considera la mejor.
Sus memorias, Desde la última vuelta del camino (1944-49), aparecieron en siete tomos y en ellos no se habla de la Guerra Civil. Sería en el año 2000 cuando sus herederos autorizaron la publicación de dos volúmenes más que abordaban el delicado asunto.
http://estaticos01.elmundo.es/assets/multimedia/imagenes/2015/10/28/14460571905857.jpgPío Baroja, paseando por el campo. NICOLÁS MULLER
En los últimos años, Pío Baroja escribía de una forma fragmentaria, tomaba textos de un lado y de otro y hacía añadidos y apaños, como un collage, según José-Carlos Mainer, quien señala que Los caprichos de la suerte es una nueva reescritura de su relato Los caprichos del destino, publicado en el volumen Los enigmáticos en 1948. "Es la historia de un personaje hastiado de la guerra, que huye a París, participa en tertulias y se enamora de una mujer".
El paralelismo de la acción es evidente, aunque la nueva obra es una novela de 200 páginas y tiene otros protagonistas. "Hay un capítulo", dice José-Carlos Mainer, "en el que aparece, en el bar del hotel, un viejecito que habla de que Alemania ya no es lo que era y arremete contra el nazismo. Ese personaje es el propio Baroja". También hay referencia al hotel Cisne, lugar que fue protagonista de una novela del mismo título, lo que muestra que en los últimos años las historias de este novelista melancólico se construían como vasos comunicantes.
Pío Baroja es uno de los más grandes narradores del siglo XX. Sus mejores y más populares títulos los escribió a principios de siglo: Zalacaín, el aventureroSilvestre ParadoxEl árbol de la cienciaLas inquietudes de Shanti AndíaCamino de perfección...
Para José-Carlos Mainer es uno de los novelistas que mejor ha envejecido y cuyas obras siguen gozando del favor del público. "El resurgir de Pío Baroja se inició en 1972, con su centenario; continuó con la publicación de sus obras completas y hoy es un autor que se lee y leen también los jóvenes. Yo le considero un escritor de salida, con cuyos libros uno se puede iniciar en la lectura, mientras que Azorín sería un autor de llegada, para lectores que ya tienen experiencia".
El novelista no ha dejado tantos discípulos como admiradores de prestigio. Nombres tan dispares como Luis Martín Santos, Miguel Delibes, Juan Benet, Juan Marsé, Vázquez Montalbán o Muñoz Molina han mostrado sus simpatías y devoción por el viejo gruñón indomable.
Uno de los escritores que mejor conoce, y que ha seguido de cerca la obra de Pío Baroja, es Andrés Trapiello. "En Las armas y las letras, hace más de veinte años, ya hablo de la existencia de esas dos novelas sobre la Guerra Civil, que entonces sus herederos no consideraron oportuno publicarlas. Pío Baroja fue un hombre independiente, que se mantuvo fiel a sí mismo, y no estuvo nunca ni con unos ni con otros. Por eso fue incómodo para los dos bandos".
Para Andrés Trapiello las mejores obras de Pío Baroja son las de los primeros años. "Son novelas tradicionales de muy cuidada factura, armazón y argumento. En los últimos años se esmera menos en construir la novela, no cuida la estructura, pierde un poco de fuelle, pero su prosa es y está más vigorosa que nunca. Eso se nota en sus libros de memorias. Nadie tiene tan viva la facultad de contar como Baroja".

En su libro Otoño en Madrid hacia 1950 (año en el que Baroja escribió Los caprichos de la suerte), Juan Benet recuerda así sus visitas al novelista: "Era todo lo contrario a un maestro y aquel que acudiera a su casa para oír de sus labios lecciones magistrales, opiniones muy agudas... podía salir defraudado".


La palabra más pucelana

Los vallisoletanos eligen ‘pelele’ como la palabra con más solera en la provincia
Y la palabra más vallisoletana es...
Los lectores de El Norte seleccionan un listado con ochenta vocablos y expresiones que consideran que son más de Pucela que la cencellada
VÍCTOR VELA | VALLADOLID
@victorvela 24 Octubre 2015
Pelele. El diccionario del insulto (editado por Península) lo define así:«Donnadie, persona manejada por otros». Dice la Real Academia de la Lengua que se trata de una palabra de origen incierto... pero que ha encontrado sin duda acomodo en Valladolid. Pelele es el vocablo que los internautas vinculan más estrechamente con el habla propia de los vallisoletanos. Pelele (con su pronunciación adecuada, de sílabas separadas, ‘pe-le-le’, como recomienda el escritor Vicente Álvarez) es la palabra más vallisoletana, según las votaciones emitidas durante las últimas semanas por los lectores e internautas de El Norte de Castilla.
Y le siguen Pucela, playeras, tomar un chisme, lapicera, velay, majo. Palabras que tal vez no sean exclusivas, expresiones que se escuchan en otras provincias y países, pero que los vallisoletanos defendemos con orgullo como parte de nuestro patrimonio. Y pelele, como el insulto más pucelano.
El etnógrafo Joaquín Díaz lo reconoce como tal. «En Valladolid, pelele está en la boca de todo el mundo. Quizá porque si tú lo tienes en la boca es la forma de que no esté en la de los demás». O sea, que casi mejor decirlo que recibirlo. Aunque Díaz entiende que pelele no es un insulto de trazo grueso. «Es el que no es capaz de hacer las cosas bien, un poco pedante, un poco fato, que esta es una palabra también muy nuestra», defiende Díaz, quien recuerda a un albañil como la persona a la que mejor ha escuchado pronunciar la palabra. «Él decía ‘va un pelele’, como una forma de acortar la expresión ‘vaya un pelele’».
El hispanista Henri Gavel (1880-1959) explica que la acepción más conocida de esta palabra es la que el diccionario define como «persona simple o inútil», pero esgrime que hubo un uso inicial, como «un diminutivo o una forma familiar del nombre de Pedro o de padre», pero con un uso despectivo.
Al margen de ese «origen incierto» que consagra el diccionario de la RAE, pelele es vista por los lectores de El Norte de Castilla como la palabra más típica del habla de Valladolid. Pero hay más: fínife, telares, banzo, rodea, almorrón...
Localismos enriquecedores
Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, se declara un apasionado seguidor de estos localismos, que contribuyen a «enriquecer» el lenguaje, con «expresiones muy plásticas» y que provocan una clara «fascinación» en quien las escucha por primera vez. O al menos no está acostumbrado a utilizarlas. «El español vive en la pluralidad y hay una cosa que es estupenda: en una conversación, por ejemplo, con un colombiano, tendrás la sensación de que ellos hablan un lenguaje mucho más bello que el tuyo. Pero ellos pensarán lo mismo de tu forma de hablar. Las expresiones, las palabras específicas de una zona no impiden la comunicación, ni siquiera molestan, sino que provocan una reacción de mutuo interés». Es, concluye Santonja, uno de los grandes tesoros del español. Y vincula, en gran medida, la existencia de estos vocablos, al contexto en el que se utilizan. «Cencellada es una palabra que creo que solo he escuchado en Valladolid», explica. Y algo parecido (compartido con Palencia) ocurre con la utilización de fasero, el nombre con el que se conoce a los trabajadores de Renault, de Fasa, la gran empresa de la ciudad. Santonja pone un ejemplo de este cordón umbilical entre una comunidad y las palabras que emplea. «En Béjar, por ejemplo, cuando alguien fallecía, decíamos que había cascado el poleo. Y esta expresión venía de los sistemas de poleas que tenían las fábricas textiles. Cuando esas poleas se estropeaban, la producción se interrumpía». La empresa paraba. La vida se detenía.
En el sexto lugar de la clasificación aparece riche, el nombre con el que los vallisoletanos se refieren a la tradicional barra de flama. «En Madrid se le llama pistola. En otras ciudades, solo barra. Aquí, y tal vez solo aquí, es riche», explica Miguel Ángel Santos, gerente de la marca Pan de Valladolid. Y su uso está más extendido entre los vecinos de la capital que de la provincia. «No se sabe exactamente de dónde viene esta palabra. Tal vez su origen sea francés. Y también se ha utilizado para designar a los panecillos que se entregaban en el ejército y que eran un poco más pequeños que la barra, unos 150 gramos, para un bocadillo cumplido», indica Santos, quien en esta particular encuesta incorpora una palabra más: lechugino. O candeal. La tradición harinera de Castilla. El importante papel del pan en Valladolid contribuye a que haya aquí numerosos vocablos vinculados con este sector.
Expresiones de uso popular
Hay palabras en el listado que pensamos exclusivas, pero que no lo son tanto. Compartimos con valencianos la utilización de carpesanos (la carpeta con anillas). Y el patrimonio léxico no se limita a las palabras... sino también a las expresiones. Ahí está el ‘a mayores’. El diccionario fraseológico documentado del español actual (de Seco, Andrés y Ramos) lo certifica como un regionalismo, utilizado como ‘además’, propio de la «lengua coloquial». «Esta fórmula es correcta, pero se trata de un regionalismo cuyo uso se debe limitar al habla de esa zona», explican desde Fundeu, la Fundación del Español Urgente.
Sean regionalismos o localismos, Joaquín Díaz entiende que el «uso popular del lenguaje es imprescindible para que la lengua siga viva». Así que, habrá que seguir diciendo con orgullo hijo, majo... ¡Y pelele!

Exhumación del cadáver de García Lorca

García Lorca: ¿a la tercera va la vencida?
Tras las infructuosas campañas de 2009 y 2014, un equipo de arqueólogos y expertos está a punto de excavar entre Víznar y Alfacar en busca de los restos del escritor. El País. 29-OCTUBRE-2015
Al llegar al paraje, uno recuerda el Poema de la Soleá: "Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas". Si hubo un genio que supo entretejer en vida un inquietante juego de premoniciones, ese fue Federico García Lorca. Sobre la tierra seca de lo que es hoy el polígono número 9 de Alfacar, en la finca inscrita en el registro de la propiedad número 5 de Granada, con el número 1833, libro 44, folio 97, encima de un medio vertedero yermo de hojarasca, hierbajos y pedregal, ahí justo, en un radio de 160 metros cuadrados, podría encontrarse el cadáver del poeta. Lo dicen Miguel Caballero y Javier Navarro, responsables del equipo de investigación que quiere descubrir el lugar exacto de su muerte y que está a punto de acometer una nueva fase de excavaciones en busca del autor de Poeta en Nueva York, enterrado junto a quienes fueron ejecutados con él en la noche del 17 de agosto de 1936.
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A expensas de un visto bueno meramente jurídico por parte de la Junta de Andalucía, otro escuadrón formado por historiadores, arqueólogos, geólogos y forenses procedentes de varias universidades de España, Argentina y Reino Unido, espera paciente su turno para excavar. Será el tercer intento. Dos fallidos lo preceden.
El primero, basado en la legendaria investigación de Ian Gibson, se produjo en 2009 y no dio resultado en el paradero exacto, junto al olivo donde hoy abre la puerta un parque conmemorativo. El segundo fue en 2014, corrió a cargo del mismo equipo actual y se quedó a un palmo del lugar ahora previsto para empezar a cavar.

Voluntad política

La culpa fue del frío. Llegó el invierno y la pala excavadora que necesitaban para seguir rastreando el terreno tuvo que ser utilizada para quitar nieve de las carreteras. Cosas de Berlanga… O de una falta de voluntad política que hoy parece ir cambiando entre las autoridades locales y regionales, más proclives a la búsqueda. Y de la financiación, hoy garantizada gracias a donantes privados, anónimos algunos y con nombre, apellido y dirección otros, a través de un crowdfunding que ha dado la vuelta al mundo. A ello se suma el monto no gastado de la partida de 16.500 euros que la Junta de Andalucía aportó en 2014.
En este nuevo intento, Miguel Caballero y el director de la excavación, Javier Navarro Chueca, esperan acertar: "Si están ahí, los encontraremos", asegura el segundo. "Hemos avanzado en el conocimiento del terreno, con un trabajo científico que ha ido descartando lugares". Deben hallar alteraciones que conduzcan a pozos de agua que fueron utilizados para las fosas. Eso implica un movimiento del terreno que ha sido, en principio, detectado por los georradares en tres zonas diferentes sobre un espacio de 160 metros cuadrados.
Sus pesquisas y conclusiones se basan en versiones bastante distintas a las de Ian Gibson. "Tomamos como referencia el trabajo del investigador granadino Eduardo Molina Fajardo, publicado póstumamente en 1983", sostienen. Ese trabajo se titula Los últimos días de García Lorca y, al tratarse de un falangista, da importancia a los testimonios de quienes estuvieron relacionados con el crimen. Se trata de una obra que intenta exculpar a los suyos, pero que guarda interesantes referencias respecto a datos y lugares concretos por parte de testigos directamente involucrados. "Dulcifica algún testimonio como el del capitán Nestares, jefe militar de la zona de Víznar aquellos meses y amigo de Molina Fajardo", comenta Miguel Caballero.
El hijo del capitán Nestares, Fernando, también militar retirado con rango de general, certifica ahora la pertinencia de la nueva investigación. Este hombre, amigo de los archivos y la historia, fue conducido por algunos de quienes dice que se encargaron del crimen al lugar exacto de los hechos. "Eran tres", asegura el general Nestares en el archivo de la Diputación provincial de Granada. La mitad del escuadrón, según algunas fuentes. Porque Caballero, en su libro Las 13 últimas horas en la vida de García Lorca, implicó en sus investigaciones al menos a seis personas. 
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García Lorca con sus sobrinas, en 1935. / ÁLBUM
Pero el militar no hizo su excursión al paraje con todos ellos: "Me llevaron los guardias de asalto al sitio donde dicen que los mataron. Uno de ellos se llamaba Antonio Benavides y se trataba de alguien muy fanfarrón. No se habían vuelto a ver desde la noche en que los fusilaron. Se estuvieron contando sus vidas. Fueron los mismos que los condujeron desde Granada", afirma el general Nestares.
Según él, al lugar de los hechos llegaron dos camiones desde puntos distintos. "Uno traía a García Lorca y a los banderilleros anarquistas, Juan Arcoya Cabezas y Francisco Galadí. El otro transportaba a don Dióscoro Galindo, maestro republicano de Publiana, que también fue fusilado. Lo trasladaron desde su pueblo y bajo el mando de Juan Luis Trescastros".
Los demás miembros del pelotón eran Mariano Ajenjo Moreno, Salvador Varo Leyva y los campeones de tiro Juan Jiménez Cascales y Fernando Correa Carrasco, armados con sus pistolas Astra modelo 902 calibre 7,65 mm y sus fusiles Mauser modelo 1893, todos ellos llenos de munición. A unos los reclutaban por su pericia en los disparos; otros, como Benavides, un tipo sangriento, un asesino natural según Caballero, se apuntaban por vicio.
Nestares, que por aquel entonces —cuando dice que le condujeron al lugar en los años setenta— presentaba grado de comandante, consiguió convencerles por la confianza que les merecía gracias a su padre: "Fueron con mucho gusto. No volví a verlos más. Nadie en Granada sabía quiénes eran algunos de ellos", afirma. Según el general, no presumían del crimen, pese a que varias versiones les presentan fanfarroneando por la ciudad en las horas posteriores al asesinato.

La tesis de Gibson

La investigación en marcha difiere de la de Gibson. Él se basaba en los testimonios de Manuel Castilla Blanco, alias Manolillo el comunista, supuestamente el enterrador, quien condujo al investigador hacia otro paraje a unos 400 metros del actual. Según Caballero, dicho testimonio no era fiable, ya que según él ha comprobado, Manolillo el comunista llegó al lugar en septiembre y el asesinato se produjo en agosto. "En aquellos tiempos de escasez, cualquiera estaba dispuesto a dar una versión por algo a cambio", remacha Miguel Caballero.
Gibson argumenta en cambio que no se fía de la fecha que aduce Caballero: "Llevar allí a un extranjero en aquella época era jugársela. Yo creo que sí estuvo. Él estaba convencido de decirme la verdad. Manuel Cuesta me confesó que en la época el capitán Nestares, responsable de la zona, le había obligado a firmar un documento jurando que no había estado allí".
El problema con la nueva superficie de excavación, que ya se encuentra delimitada con estacas, es que existen unos ocho metros de tierra encima debido a la preparación para construir en su día un campo de fútbol. En el mismo lugar donde los investigadores creen que se encuentra la fosa hubo un campo de instrucción para tropas de Franco; también se ha practicado allí motocross, y se quiso construir un complejo deportivo que iba a quedar rodeado de chalés. Algo que en su día Isabel García Lorca, hermana del poeta, se empeñó en parar mediante una carta al entonces alcalde de la localidad, Juan Caballero Leyva, con fecha de 13 de octubre de 1998: "Distinguido amigo. Ha llegado a mis oídos el plan que tiene el ayuntamiento de Alfacar, que usted preside, de hacer un campo de fútbol justo donde fueron a caer miles de hombres asesinados, muchos de ellos, supongo, correligionarios suyos, socialistas. También está ahí mi hermano, Federico García Lorca".
Así lo reconoce Isabel en la misiva. Y no detiene ahí las presiones. Envía el fax al entonces presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y todo se para. "El daño principal ya estaba hecho", dice Caballero. "Era la explanación, lo que hizo que el terreno principal fuera alterado con el añadido de varios metros encima. Ahora tenemos que buscar una aguja en un pajar. De haber quedado todo como estaba originalmente, junto a lo que llaman camino del obispo y a 24 pasos de lo que es este cortijo, conocido como del Pepino, ya habríamos encontrado los restos", explica.