En estos días de homenajes a la figura de Miguel Delibes, hemos querido destacar su aportación a la lengua española con el rescate de palabras del terruño. Su hijo, Miguel Delibes de Castro, nos recuerda esta faceta del escritor
Apenas le preocupaban, reitero, los nombres oficiales de animales y plantas, y menos aún los nombres técnicos. Le fascinaban, en cambio, las nuevas denominaciones que oía en Castilla. Un día Emiliano, el guarda de Villanueva de Duero, llamó quincetas a las avefrías, algo que nunca habíamos oído. Ya en casa, mi padre acudió presuroso al diccionario y no encontró quinceta, pero sí: «Quincineta: Avefría». Con una gran sonrisa me lo mostró diciendo: «Este Emiliano es un sabio». Años después, como saben, intentó ilustrar a la misma Real Academia incorporando al diccionario muchos otros nombres de aves. Con el tiempo sumó a su lista muchos términos, como baribañuela para el alimoche, o torda pedresa para el zorzal, denominaciones de esas especies en Sedano. Con ellas sorprendía a sus interlocutores.
Miguel Delibes de Castro
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